Mi experiencia en Bitácora audaz de una época inaudita — Prof. Ana Quiroga — Universidad de Belgrano.
Fueron 5 jueves intensos. Ana, de manera muy ingeniosa, desde el minuto uno, mezcló información con su cálido tono de vos, sonrisas y lanzarnos el gran desafío de hacernos escribir humor.
La primera clase nos presentamos.
Nos comenzamos a mirar, a conocer, casi sin pedirnos permiso, desmuteando y muteando el mic cuando la profe nos convidaba, muy gentilmente la palabra.
Ana, nos fue enseñando y moldeando con recursos, textos. Nos iluminó el camino con la historia del humor, compartiendo ejemplos y propuestas para luego, desafiarnos a escribir sobre 4 métodos para utilizar el humor en la escritura.
El próximo jueves llegó muy rápido, era la primera clase donde había que presentar los trabajos.
¡Qué miedo! ¿Quién sería el primero? ¿Quien sería la valiente? La luz de la creatividad fue ingresando de a poco en nuestro zoom. Tímidamente comenzamos a leer nuestros trabajos de 2 o 3 carillas, mientras Ana nos fue haciendo sus lindas devoluciones, siempre con amor y resaltando todo lo bello que encontraba en nuestros textos.
Así fuimos creciendo, semana tras semana, los escritos comenzaron a desnudar nuestras vidas, nuestras emociones, nuestras pandemias, nuestros corazones.
Sin darnos cuenta, de pronto comenzamos a conocernos. Alguien comenzó a describir su pasión por hacer menes y su desafío por descubrir la aventura de la cocina. Mientras que otro participante nos hacía estremecer con sus relatos breves muy intensos mezclado muy sutilmente con el tono de su voz.
De pronto llegó la que pide disculpas por que su perro ladra cuando activa el micrófono en el zoom… y jamás podré olvidar el maravilloso relato de su mamá de vacaciones en Brasil, a días de arrancar la cuarentena.
Esa historia fue para tiramos de panza al piso.
Tímidamente pero con paso firme ella se acercó al fuego literario, aunque sin compartir pantalla porque no sabía como hacerlo, nos dejó ver en sus relato su gran tema de la pandemia, cómo llegar a la peluquería.
Luego llegó el, que sin mucha vergüenza se animó a desvestirse en uno de sus primeros textos, mostrando su pasión los calzoncillos de colores y cómo enfrentó la pandemia del aumento de peso, con mucha fuerza de voluntad. Logró bajar de peso para volver a usarlos.
Finalmente nos encontramos con esas dos lindas tonadas extranjeras. Primero llegó ella, que si bien no fue de las voces que mas escuchamos, cuando le tocó leer en voz alta y compartir sus escritos, nos permitió descubrir el verdadero significado de “tirar” en Perú.
¿Cuál será es la acepción de tirar? Tenes que venir al taller.
Y luego llegó la sonrisa del norte, que con muchísimo esfuerzo por la gran diferencia horaria, a veces sin cámara o llegando tarde, siempre llegaba pidiendo disculpas, porque había escrito algo “rápidito y de una sentada”.
Pero… cuando comenzaba a leernos, rápidamente nos atrapaba sus relatos y todos nos quedamos atónitos pensando… ¿Qué maravilla hubiera escrito si se preparaba con varios días de anticipación?
Y de mí, ¿Qué puedo agregar?
Que me encantó conocerlos, que aprendí un montón de cada uno, buscando recursos para incorporar a mi pasión por la escritura. No logré vencer mi curiosidad literaria por leerlos entrelíneas y descubrir que detrás de esos párrafos, había profundas vivencias.
Todos esos relatos fueron servidos en diferentes platos de humor, llenas de cosquillas muy tiernas.
Intenté y seguiré intentando aprender a escribir humor, pero reconozco que me cuesta un no es moco de pavos. Soltar mi pasión por la escritura reflexiva, será un gran desafío, necesito atreverme al humor.
Ana nos invitó a reírnos de nosotros mismos y creo que lo logramos.
Gracias Ana Quiroga. Pueden seguirla aquí.